domingo, 26 de diciembre de 2010

El vuelo fantasma o ¿Por qué odio a Nicolas Cage?


Desde mi primer vuelo en avión,  mi relación con este medio de transporte ha sido, cuanto menos, extraña. Al principio, en los vuelos largos, sentía principalmente claustrofobia, no me gustaba estar encerrada, sin poder abrir las ventanas en un sitio con tantas criaturas. Después, cuanto más vuelos acumulaba en mi ranking, más miedo iba teniendo, miedo a estrellarme. Sí, soy matemática y conozco las estadísticas sobre accidentes aéreos, pero hay sinrazones del miedo, que la razón no entiende; o como dice mi amiga Isa, el miedo es gratis. Ahora bien, como me encanta conocer nuevos países y nuevas culturas, ni mi claustrofobia ni mis sinrazones, me van a dejar en tierra. Otra cosa son los controladores.... 


Desde que el miedo hizo su aparición en mi equipaje de cabina, comencé a volar tomando ciertas precauciones, básicamente en forma de benzodiazepinas. Alguna vez, incluso, mezcladas con una copita de vino, tras el consejo de un amigo médico. Todo iba bien, y era llevadero. Soportaba con relativa dignidad vuelos largos, hasta Australia, Indonesia, etc; turbulencias e incluso, casi sin gritar, baches importantes durante el vuelo. 

Pero aquel fatídico 8 de Abril de 2005 fui una de las pasajeras del vuelo KLM 685, conocido como el vuelo fantasma, que tenía previsto volar desde Amsterdam hasta la Ciudad de México. 


Taxco (México), Abril 2005

Mi marido y yo íbamos a pasar una semana en la UNAM trabajando con un profesor de la misma. Nuestros hijos, uno de 2 años y otro de meses, se quedaban con mis padres.

Como es normal en estos casos, yo llevaba en mi equipaje de mano, cantidades industriales de Orfidal, galletas, patatas, y todo tipo de porquerías con las que atiborrarme para olvidarme del miedo que me daba volar. Alberto y yo estábamos sentados en el centro y ventanilla, junto a un señor que ocupaba el asiento de pasillo de aquel Boeing 747. Como quiera que los asientos son muy estrechos, cada vez que decidía comer alguna guarrería de las que llevaba, le ofrecía al señor que estaba a mi lado, que, educadamente, sin hablar, lo rechazaba con un amago de sonrisa. 

Era un vuelo tranquilo, todo iba bien, mi compañero de asiento no compartía mis gustos culinarios, pero no me había gritado...aún. Yo deseaba divisar el continente americano, porque me gusta tener la posibilidad de un aterrizaje de emergencia, no sé, soy así. Y aunque sé que la ruta suele seguir la ruta de la geodésica y vamos muy cerca de Groenlandia, prefiero pensar que estoy sobre Alaska, Canadá o, incluso, Estados Unidos. 

En el avión estaban proyectando una película de Nicolas Cage, actor que siempre me ha parecido sobreactuado y que nunca me he creído. Sólo tiene dos caras, la de miedo y la de pena, y son casi iguales, creo yo, claro. Yo no estaba viendo la película porque no lo soporto, estaba leyendo, Alberto acababa de anunciarme que, para mi tranquilidad, sobrevolábamos Terranova, cuando de pronto.....

Se congeló la imagen del señor Cage en todos los monitores del Boeing 747, con la cara de susto, concretamente,  la boca torcida hacia un lado, la de siempre, vamos. El comandante anunció por megafonía, primero en inglés y después en holandés, creo, que el vuelo no tenía permiso para sobrevolar el espacio aéreo estadounidense y que nos volvíamos a Amsterdan. ¿Cómo? Pues eso. Yo, evidentemente, me tomé un Orfidal, miré a mi santo y le dije:

-Es mentira, ¿verdad?

Mi amado esposo, sin levantar la mirada de su libro, contestó:

-No creo.

-¿Cómo que no crees? Llevamos más de 5 horas de vuelo y ¿nos volvemos para Amsterdam por un papel? ¿Por qué no aterriza en Canadá?

-Supongo que ya lo habrá intentado y no será posible. 

El señor del asiento de pasillo seguía inmerso en la lectura de su libro como si no pasara de nada. Por unos segundos quise pensar que se trataba de una inocentada de mis amigos, por lo de mi miedo a volar. Sólo un señor mayor parecía removerse un poco en su asiento, al otro lado del pasillo. Me dirigí entonces al señor que estaba a mi lado, el que no quería comer de mis chucherías y al que no le había oído la voz en todo el vuelo:

-¿Ha oído al señor comandante?

-No, ¿por qué?

-Nos volvemos a Amsterdam.

-No.

-No ni ná. Ve que se han parado los monitores.

Allí seguía congelado el Nicolas con la cara de susto en todas las pantallas.

-Es que yo no hablo inglés, ¿qué ha dicho?

Le cuento lo del comandante y en ese momento, Alberto dice:

-Es cierto, no han avisado en español. La mayor parte del pasaje es mexicana, igual no lo han entendido.

El señor del pasillo, el callado, empieza a ponerse nervioso, preguntándonos a nosotros el por qué de aquello. Yo me tomo otro Orfidal, ya han pasado más de cinco minutos desde el anterior. 

Alberto llama a una azafata y le pregunta por qué no lo dicen en español. La azafata suda más que un pollo en el horno, le cae el sudor por la cara, está asustada, le da una bolsa de patatas fritas a mi marido, aún no sabemos por qué, y le dice que ningún miembro de la tripulación del 747 habla español, ¡ninguno! 

-No, Clarita, no te puedes tomar todavía otro Orfidal-dijo mi paciente esposo.

Entonces, la azafata asustada (no hay nada peor en un vuelo que una azafata acojonada) le pide, angustiosa, a mi santo que, por favor, traduzca las instrucciones del comandante por megafonía para el pasaje de habla hispana. Alberto, en lugar de asustarse y gritar con los ojos vueltos como es normal en estos casos, se pone contento como un niño pequeño porque va a hablar por la megafonía de un Boeing 747, la madre que... Nos levantamos el señor del pasillo y yo para dejarlo pasar, y el señor mayor del otro lado del pasillo debió notar algo en mi mirada, o en mis saltos, porque me pidió, casi suplicando:

-Don't panic, mam', please, don't panic.

-Ya, ya, don't worry.

Otro orfidal, anda que no. Y Nicolas Cage por todos lados, ahí, congelado. 

Alberto comienza a hablar por megafonía, pero no elige muy bien el comienzo de su alocución, creo.

-Señoras y señores, yo no soy miembro de la tripulación, soy un pasajero del avión....

Ahora sí. Todo el mundo se puso muy nervioso y empezaron los murmullos, esperando el final de la frase de mi santo.

-...pero el comandante me pide que traduzca para él.

Y cuenta lo de que no tenemos permiso y volvemos a Holanda. Se monta tremendo escándalo en la cabina. Las azafatas, con más miedo que vergüenza, como decía mi abuelo, comienzan a repartir bolsas de patatas fritas (qué perra con las patatas fritas...)

Otro Orfidal.


-Don't panic, mam', please, don't panic.

-¡Que me dejes! 

Un señor, unas filas más atrás, grita como un poseído porque lleva en la bodega del avión 10 caballos pura sangre y no podrán volar a México hasta pasada otra semana. ¿Llevamos 10 caballos? 

Otro Orfidal. 

-Don't panic, mam', please, don't panic.



-¡Te he dicho que me dejes! 

Al de los caballos se lo llevan a primera clase, para que no cunda el ṕánico, supongo, qué listo el tío. Nos dan cacahuetes. Alberto me roba el blister de Orfidal. Tengo otro, contaba con esa posibilidad. Nicolas Cage con la boca torcida.

El señor callado me cuenta que es catalán, que va a la Ciudad de México por negocios, que tiene 2 hijos, que su sobrino es muy listo, cómo conoció a su mujer, que tiene gastritis...está contándome su vida y comiéndose mi chocolate...¡cree que se va a morir! Me enseña fotos de su familia, ríe, nervioso, busca mi complicidad agarrándome del brazo. Pienso en mis hijos, en mi madre, en mi padre, mis hermanos, mi primer novio, el segundo, el tercero...en la madre de Bush...

-Cielo, ¿pero hay ancianos y bebés en el avión? ¿Cómo puede hacer esto EEUU?

Mi santo me mira por encima de las gafas:

-Te recuerdo que bombardean ciudades llenas de niños y ancianos

-Pero ¿por qué?¿qué pasa?¿por qué están asustadas las azafatas? 

A Alberto se le ocurre que como Bush debe estar volviendo del entierro del Papa, posiblemente, estén despejando el espacio aéreo. 

Así seguimos volando. Yo drogándome sin éxito,el señor callado contándome su vida, agarradito a mi brazo izquierdo, mi marido emocionado cada vez que tenía que traducir al comandante, el americano con el don't panic, largas colas delante del teléfono del avión ... y Nicolas Cage...

Doce horas de vuelo, Amsterdam-Amsterdam. Al bajarnos del avión, dentro del propio finger, el ejército holandés nos espera con perros y fuertemente armados, apuntándonos. ¿Qué está pasando?

Nos llevan a un hotel, llegamos a las 5 de la mañana. A las 9 nos vuelven a recoger para ir a la ciudad de México.

En el desayuno del hotel, todos éramos ya amigos, las desgracias unen mucho. El señor callado, que no ha parado de hablar, quiere embarcar junto a nosotros, ya que somos amigos. Fue un vuelo terrible, los bebés estaban cansados y no paraban de llorar, los ancianos no dejaban de pasear con caras de puro agotamiento, y, el señor callado, seguía contándome todo. Era muy majo, ahora que lo pienso.

El resto del viaje, la estancia en México, el trabajo, visitar a la familia, el vuelo de vuelta, todo fue magnífico. 

Lo que no sospeché en ningún momento fue que el verdadero susto me lo iba a dar mi hermano pequeño al llegar al aeropuerto de Sevilla. Pero de eso ya os hablo otro día.

Si queréis saber la causa de todo lo que ocurrió en ese vuelo KLM 685, podéis leer aquí. Básicamente, en el vuelo iban  dos ciudadanos saudís que habían estudiado en la misma escuela de pilotos que los suicidas del 11/S. Si es que estos americanos....no se fían ni de su madre.



22 comentarios:

  1. El vuelo Amsterdam-Amsterdam, menuda historia (de los mejores post que te he leído).

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  2. @Suritta

    Gracias, guapísima. Real como la vida misma :)

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  3. Me encanta este relato real. Es genial. Los yankees te montan una peli con esta historia. Será mejor que Llantias no lea esto o no vuelve a volar nunca más.

    Por cierto, me encanta la expresión de -No ni ná.

    XDD

    Un beso phanktomizado!

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  4. Muy buen post, solo falta que el hombre tránquilo fuese en realidad Jack Bauer y tienes una thriller de impacto :-)))

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  5. La verdad es que la historia es totalmente cierta, aunque no creo que se armara revuelo cuando empecé a hablar sino cuando comenté que nos volvíamos, la gente me preguntaba como si yo tuviera más información. Y después, cada vez que hablaba el piloto ya me empezaban a hacer señas para que me levantara. También fue divertido, como el señor silencioso-hablador empezó a tranquilizar a cierta bloguera (entonces no lo era) un tanto histérica que decía que no viajaba al día siguiente a México, como decía, el señor silencioso-hablador le dice: "no te preocupes, es verdad que hay muchos robos y asesinatos, pero no te preocupes". En cualquier caso, como dice la bloguera un tanto histérica, perdón, como dice Clara: el verdadero susto nos lo encontramos al volver a casa..., pero esto dejo que lo cuente ella en otra ocasión.

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  6. Aún conociendo la historia por vuestra propia boca, me ha gustado leerla. Yo me habría tragado todas las pastillas esas de Orfidal toas juntas.

    Muackssss

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  7. @Hector

    No se lo cuentes a Llantias!!! Un beso, guapísimo ;)

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  8. @Susana
    Gracias preciosa, por se mi fiel seguidora :))

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  9. Con el alma en un puño!
    Ay la virgen...
    Yo me hubiera tomado 15 Orfidales más
    Ufffffffffffff

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  10. @peichita
    Pues aquí, mi santo dice que soy una histérica ;)

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  11. Estooooo, que de cervezas nos vamos cuando quieras... lo ve viajar a Israel también, pero tú en un avión y yo en otro... Por lo que te pueda pasar ;-)

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  12. Me encanta esta anecdotaza!

    Un beso gordo,
    AntonioC

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  13. Lo primero decirte que me mola como escribes, han habido momentos en los que estaba en el avión, y el señor de las gominolas hasta le he puesto cara. Me he imaginado a Twalmar (sí, porque para mi es Twalmar) cogiendo el megáfono con esa ilusión con lo que lo hacemo los críos, pasando totalmente del problema y centrándose tan solo en oir su voz por los altavoces del avión, que en definitiva es lo que mola. Pero también he pasado miedo, tengo terror a volar, será que no estoy acostumbrado a las alturas...

    @Llantias.

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  14. @Miguel

    a que de verdad lo que molaba era hablar por la eagafonía?

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  15. Tu lo pasarías fatal, pero yo me he hartado de reir!!!
    Y no te acordaste de mi? :'(
    Muac

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  16. Buen post, divertido.
    Pero que manía de criticar a los americanos. En mi opinión actuaron correctamente con ese vuelo.
    Aquí se hubiera dado cuenta cuando empotraran el avión en la moncloa, jaja.

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  17. la historia o odisea vivida es divertidísima mas si cabe con la comicidad con la que la has relatado al mas puro estilo Buster Keaton con palabras y sin imágenes dando libertad al leyente para imaginar el trance y reírse a carcajadas........solo le ha faltado el melendi a bordo.........y que sigáis tan matecamicamente y pelirrojicamente Bonita tanto en dibujos o avatares como en la realidad.....

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