jueves, 2 de octubre de 2014

Et trobaré a faltar, Ferran

Es jodido que desaparezcan personajes de tu historia. Siempre lo es. Pero la pérdida de hoy deja un agujero muy grande en mi corazón.

Ha muerto el profesor Ferran Hurtado, mi amigo Ferran. Escribo estas líneas para creérmelo, para verlo escrito, porque no me entra en la cabeza. Es absurdo. Es jodidamente absurdo. Es una puta mierda.

No puedo aceptar que no lo volveré a ver, a escuchar, a trabajar con él, a que me hable de vinos, de cómo prepara el paté casero.

Pero así es esto y hay que seguir.

Gracias, Ferran, por todo, por todo lo que me enseñaste, por todo lo que compartimos, por recordar siempre nuestra última conversación cada vez que nos volvíamos a encontrar, por tus triangulaciones y tus flips. Gracias por hablarme de Silvia Pérez Cruz. Gracias por reírte y aguantar que te respondiese con "Zeñó, sí, zeñó" cuando me pedías que hiciera algo. Gracias porque necesitaba que te gustase mi Mati y te gustó.

Gracias por haber estado en mi vida. Ojalá pudiese creer que volveremos a brindar en alguna otra parte, pero no. Esto es así. Se acaba y te deja con esta cara de estúpida, enfadada, con tantas cosas por decir.

Descansa en paz, por favor.


5 comentarios:

  1. Joder Clara, lo siento muchísimo.
    Hay gente que efectivamente deja un agujero hondo, mucho cariño, momentos y muchos recuerdos. Mantenlos vivos. Sonreirás cuando te acuerdes de él.
    Un beso muy fuerte y mucho ánimo.

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  2. Pues sí, Clarita, Ferran, nuestro Ferran (SIN TILDE) se nos ha ido. Y yo tengo la cabeza llena de imágenes de la mitad de mi vida en la que él estuvo presente y la cara llena de lágrimas porque no volverán a repetirse. Esto no se hace, joder.

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  3. He buscado en Seispalabras porque tenía que estar. Adelante, mirar hacía delante y reservar un huequito en nuestros corazones.

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  4. Tendríamos que escribir demasiado para intentar decir muy poco de ti, querido amigo y maestro Ferran. Ahora, ofuscado por la terrible realidad de lo irreversible, solo tengo espacio para estas pocas palabras: Si ti, Ferran, este mundo no será igual…

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  5. Mi muy querido, estimado y viejo amigo Ferran:

    Comenzare y terminaré mi carta como comienza y termina una canción de Alberto Cotez, “Carta a mi Viejo”.

    A mi Viejo amigo Ferran:

    En cualquier día, en cualquier lugar, mi querido y Viejo amigo Ferran: Perdón por lo de viejo, pero es que así te siento mas cerca. Dondequiera que estés, nada me agradaría mas que pudieras leer esta carta, dirigida más que a un amigo y a un colega, a un hermano del alma. Recuerdo claramente el día que llegaste a mi vida, con una buena botella de vino, y un problema muy bonito de matemáticas, el cual resolvimos esa misma noche. Ese fue el principio de una amistad que no quedará truncada hoy, sino que continuará, hasta al menos, el último día de mi vida. En esos días vivía en Ottawa, y ambos éramos todavía, dos jóvenes, entusiastas de la belleza y de las matemáticas. Recuerdo la sensación que sentí de haberte conocido ya por mucho tiempo, y que eras un amigo que regresaba después de una ausencia.

    A partir de entonces, pasamos incontables horas disfrutando del vino, de las matemáticas y compartiendo nuestra vida aquí y allá, año tras año, experiencia tras experiencia, viviendo y sin darnos cuenta, envejeciendo poco a poco. Recuerdo como si fuera hoy a tu entonces pequeña hija “Blanquita” quien en más de una ocasión me acompañó, tomada de la mano, a hacer unas compras para completar la comida de algunas de las inolvidables cenas que tuvimos en tu casa, en Barcelona.

    Me es difícil aceptar que te nos adelantaste tan prematuramente, y que el último mensaje que me enviaste hace solo unos días, fue el último que recibiría de ti. Gracias por enviarme ese mensaje, que más que nada, era una carta de un amigo a otro, compartiendo los problemas que te aquejaban. Nunca imaginé el desenlace de tu crisis.

    Hoy abrí la última botella de vino que con tanto cariño me regalaste, y me la bebí con mi esposa hasta la ultima gota, en tu memoria. El vino lo bebí, y la botella la conservaré como un recuerdo de nuestra amistad y cariño. A tu familia, Tere, Eduard y Blanquita mi más sentido pésame. Los quiero mucho y los llevo en mi corazón… Y bien, la carta ya se termina, pues la noche ha dejado de ser doncella y la llevará volando la golondrina, hasta allí donde vives, con las estrellas.

    Tu amigo del alma.

    Jorge

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