Playa del Carmen (México) Noviembre de 2010
Esta semana estamos asistiendo al ACCOTA2010 en esta maravillosa ciudad, en pleno Caribe mexicano.
El ritmo de la vida es diferente en estas latitudes, debido principalmente, supongo, a las inclemencias del tiempo. Es más fácil, y tiene menos mérito, ser activo y eficiente en Noruega.
De camino a la sede del ACCOTA paso cada mañana por delante de muchas tiendecitas donde prometen los precios más bajos y las más altas calidades a lo turistas que invaden los alrededores de la 5ª Avenida desde primeras horas de la mañana.
Ando despacio, hace calor, mucho calor. Los vendedores me llaman, alegres a pesar de lo monótono y rutinario del ritual. Yo saludo y sonrío. No voy a comprar nada. Lo saben, lo adivinan en mi mirada. Pero jugamos a este juego, quiero creer, que con cierta complicidad.
Hay un vendedor que no me saluda, no me llama “amiga”, ni “linda”, no levanta la mirada cuando paso. Sólo mira a los muñecos de su tienda. Tiene un puesto minúsculo repleto de peluches maravillosos, hechos a mano en Chiapas. En la semana que he pasado aquí, no he visto comprar a nadie y paso, al menos, cuatro veces al día.
El jueves por la mañana, sobre las 8, pasé delante de su puesto en dirección a la sede del congreso, como cada mañana y entonces, lo vi. De una caja de cartón sucia, abollada y remendada con cinta adhesiva, sacaba, uno a uno, como si de piezas del más fino cristal se tratara, los muñecos de lana y cartón. Con su mano de color chocolate, los sacudía con una dulzura extrema, los acariciaba, para eliminar las motas de polvo que pudieran alterar su colorido, o hacer desmerecer la mercancía. Luego los colocaba sobre una jarapa de vivos colores sobre el suelo, despacio, como se deposita a un bebé dormido en su cuna. Su mirada acompañaba al muñeco hasta que éste ocupaba su lugar en el suelo.
Mientras observo todo esto, parece como si el tiempo se hubiese ralentizado, los ruidos del despertar de la ciudad, amortiguados. Todo fluye aún más lento. Lo miro, él sigue su tarea, sonriendo cansadamente, marcando con surcos su brillante piel de indio, ajeno a mí, ajeno al mundo. Y me voy, es la hora de la primera sesión del congreso.
A la hora de comer no puedo evitar la tentación. Salgo disparada hacia su tienda. Él siempre está dentro, no sale como sus vecinos de puestos a ofrecer sus mercancías. No charla con ellos. Entro y él está sentado en el suelo, juguetea con una pulsera de hilos de colores entre sus dedos, sonriendo con una paz que no es de este mundo. Me ve, casi no se mueve. No me entiende. Habla español con dificultad.¿Hablará maya?¿Hablará con alguien alguna vez? Elijo los muñecos que me voy a llevar, esperando no sé qué, que me hable, que me cuente algo...Me despido con una sonrisa y cuando salgo descubro, o al menos eso me parece, que ya no sonríe como antes.
¿Echará de menos los peluches que yo he comprado?
Precioso, y me sobran cinco palabras....
ResponderEliminarQue relato más bonito, es curioso, me recuerda muchísimo a "Diseño de lujo", la manera de contarlo que has tenido me plantea la siguiente cuestión... ¿quizás matemáticamente eres escritora?, o contadora de cuentos?, plantéatelo...
ResponderEliminar@Llantias
Fabulosa lectura, por unos instantes estuve en ese mismo lugar, excelente forma de relatar.
ResponderEliminarY no sea mala, comprele tambien a los de los otros puestos.
Saludos desde Veracruz México
Seguramente los echará de menos. Como yo echaba de menos leer algo tan vívido que por unos instantes estuve alli, casi casi con uno de esos peluches en mi mano.
ResponderEliminarBesos, guapa!
Me encantó princesa... por un momento transportado a ese lugar!!! ;)
ResponderEliminarTienes espíritu de escritora =)
ResponderEliminarSólo alguien que lo tenga puede "escribir a las personas", tú sabes de qué hablo ;)
Un beso mu gordo pelifuego!
P.D: QUE MONADA! XD
Seguro que había puesto su corazón en esos peluches y no sabe si los cuidarás bien.
ResponderEliminarEs una pena...
Nadie le podrá decir lo bien cuidados que estarán. Nadie le podrá enseñar la sonrisa de los rubios al abrir el paquete. Nadie le explicará que viven en otro lugar maravilloso y en un clima lleno de amor y felicidad.
Clarita, creas ilusiones allá por donde pasas. La imagen que nos regalas es preciosa.
Mil besos,
Laura
Sostengo que al repartir la belleza de aquellas figuritas con tu relato, aquel hombre ha recuperado aquella sonrisa mágica. Y otros hemos empezado a esbozarla.
ResponderEliminarNo me había dado cuenta que había este relato de aquel ACCOTA, es hermoso y me quedo corta! Dicen por ahí que no hay envidia de la buena, que toda la envidia es mala... =( pero yo te tengo envidia porque yo quisiera poder descubrir todos esos detalles hermosos y plasmarlos así, pero me da gusto que aunque no tenga ese don te tenga a ti para que me lleguen así y los pueda compartir con otra gente a través de tus palabras.
ResponderEliminarUn besazo
Mucuy
Gracias, preciosa :* Volví a llorar a recordar a aquel hombre :')
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