Ambos parecían muy mayores y era él el que le estaba dando de comer a ella (sí, en TAP siguen sirviendo comida a todos los pasajeros). Con mucho cuidado. Sin dejar de mirarla. Ella levanta un poquito la cabeza tras cada cucharada y le sonríe con sus ojos brillantes y encogidos.
Un movimiento un poco brusco del avión y la cuchara -llena de algo parecido a yogur- se estampa contra la mejilla de ella. Él suelta una pequeña carcajada y la limpia con cariño y una servilleta. Ella lo mira y sonríe. Con poca fuerza.
Él le habla dulcemente, en francés, y no deja de mirarla con amor en ningún momento. Ella le hace gestos sutiles que yo interpreto como "come tú, anda, que se te enfría la comida" que él desatiende con una sonrisa. Alguien podría decir que no tiene mérito porque es comida de avión. Ya. Pero esa complicidad entre ellos me hace sospechar que esta escena se repite también en casa, o en la residencia, cuando la comida sí merece la pena. Y cuando no, también.
Me descubro embobada en la escena y me ruborizo por haberme colado en esta 'alcoba' en la que dos personas se hacen el amor de esta forma tan honesta y sincera y decido comer yo también.
Antes de subir a este avión he visto en Twitter fotos de refugiados sirios cruzando un río -para escapar de una terrible pesadilla y buscar algo sensato para el resto de sus vidas- en el que ya habían muerto tres de sus compañeros de huida. Fotos de niños que duermen en tiendas de campaña que parecen navegar en un océano de fango. Asisto con horror y vergüenza a la insensibilidad de una comunidad, la nuestra, Europa, el viejo continente, ante el drama de estos hombres y mujeres -bebés, niños, adolescentes, adultos y ancianos- que huyen de una de las barbaries más inhumanas y sangrientas perpetradas en nombre de la sinrazón de la religión y que huele demasiado a petróleo.
Foto de @pmarsupia |
Es difícil, si no imposible, no pensar en judíos y en otra Europa, aquella Europa de hace unos 70 años, aquella Europa que calló y dejó crecer la barbarie nazi porque ellos no eran judíos. Como ahora tampoco somos sirios.
Está claro que acoger a todas estas criaturas que huyen de Siria, del África Negra o de cualquier otro lugar abocado al hambre o a la muerte tendría, forzosamente, que empeorar nuestro nivel de vida, nuestro estado de bienestar europeo. Pero, ¿y qué? ¿Por qué no? ¿Qué hemos hecho nosotros para estar aquí 'con papeles'? ¿Qué mérito nos corresponde? ¿El hecho casual y azaroso de que nos parieran en 'el lado guay de la isla'?
Vuelvo a mirar a la pareja al otro lado del pasillo y yo misma me respondo con otra pregunta: para qué queremos acumular riqueza o prestigio si, al final, lo único de verdad importante será que alguien quiera darnos de comer con amor cuando no nos sirvan nuestras manos. Que alguien nos quiera cuando termine la fiesta.
Aún emocionada con tus palabras no puedo dejar de darte mi enhorabuena por expresar de una forma tan linda y con una historia de amor tan bonita esa barbarie que está sucediendo ante nuestros ojos, y no hacemos nada.
ResponderEliminarNo olvidemos los acontecimientos dañinos del pasado, se trata de no repetirlos.
Yo quiero alguien conmigo al final de la fiesta.
Llorando estoy. Gracias.
ResponderEliminarClara, hoy leía esto... http://www.telesurtv.net/news/Dinamarca-impone-multas-a-quienes-ayuden-a-refugiados-sirios-20160317-0005.html y sentí vergüenza como humanidad...
ResponderEliminarno puedo emocionarme más, no puedo sentir más envidia, más vergüenza, más pena...y esperanza?
ResponderEliminarPor un momento has conseguido que vea esa escena en el avión. He puesto cara a la pareja, he visto ese brillo en sus ojos, sus sonrisas... he visto el AMOR.
ResponderEliminarY aquí estoy, secándome las lágrimas por lo bonito que escribes, a pesar de lo triste que es todo lo que cuentas.
probablemente no coincidamos ni en cosmovisión ni en el ser político que somos ya que poseo un sistema de ideas bastante sui generis (lo no habitual tiende a ser menos compatible) que visto desde lejos, con la imperfección de la distancia, puede olerse como neomarxista o algo similar a esos raros constructos rotuladores que se proyectan desde una posmodernidad un tanto enfermiza, probablemente. Sin embargo sus letras en este relato pudo conmoverme hasta las lagrimas, lagrimas de consciencia, lagrimas de pensar en profundo y ver que otra sensibilidad del otro lado del gran charco y desde donde, tal vez, sea difícil inteligir con el lado izquierdo de nuestro corazón, por lo utilitarista de vuestro entorno, por el pragmatismo destructivo e invasor que hizo que tuvieran ese "estado de bienestar", pero conmueve que con todas las dificultades de la experiencia vital facilitada exista cerebros-seres que sean capaces de expresar con tanta ternura el horror del espíritu de nuestros tiempos. Un gran saludo desde Argentina de un desconocido a una desconocida a quien puedo admirarla por algunas cuantas cosas que leí.
ResponderEliminarJosé
Mas por una cosa por la que quererte, admirarte...
ResponderEliminarAdmirable lo de esta pareja. Lamentablemente la "fiesta" probablemente va empezar, pero me temo que una fiesta macabra. No quiero ser agorero pero me preocupo de ya no estar aquí cuando empiecen las tribulaciones, es lo único que en mi situación puedo hacer aparte de cuidar a mis padres ¿De qué hablo? Lamentablemente de guerras. Pero es necesario que suceda... Sería largo de explicar, pero estoy metido en un proyecto personal para evadir lo que se viene encima. Si en el mundo hubiese ese amor que esta pareja anciana se profesa probablemente no vendría lo que ha de venir, pero el mundo es cruel y egoísta en su mayor parte y el amor de muchos se ha enfriado y otros muchos lo confunden con sus intereses y egoísmos personales.
ResponderEliminarAlea jacta est
He llegado a esta entrada de casualidad, bueno en realidad a través de Elo, y cuando me he puesto a leerla se ha detenido el tiempo. Maravilloso.
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